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quinta-feira, 25 de agosto de 2011

GASTAR LA VIDA

Jesucristo ha dicho:
“Quien quiera economizar su vida, la perderá;
y quien la gaste por Mí, la recobrará en la vida eterna”.
Pero a nosotros nos da miedo gastar la vida,
entregarla sin reservas.

Un terrible instinto de conservación nos lleva hacia el egoísmo,
y nos atenaza cuando queremos jugarnos la vida.
Tenemos seguros por todas partes, para evitar los riesgos.
Y sobre todo está la cobardía...
Señor Jesucristo, nos da miedo gastar la vida.
Pero la vida Tú nos la has dado para gastarla;
no se la puede economizar en estéril egoísmo.

Gastar la vida es trabajar por los demás, aunque no paguen;
hacer un favor al que no va a devolver;
gastar la vida es lanzarse aún al fracaso, si hace falta, sin falsas prudencias;
es quemar las naves en bien del prójimo.

Somos antorchas que solo tenemos sentido cuando nos quemamos;
solamente entonces seremos luz.
Líbranos de la prudencia cobarde,
la que nos hace evitar el sacrificio, y buscar la seguridad.

Gastar la vida no se hace con gestos ampulosos, y falsa teatralidad.
La vida se da sencillamente, sin publicidad,
como el agua de la vertiente, como la madre da el pecho al niño,
como el sudor humilde del sembrador.

Entrénanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible,
porque detrás de lo imposible está tu gracia y tu presencia;
no podemos caer en el vacío.
El futuro es un enigma, nuestro camino se interna en la niebla;
pero queremos seguir dándonos, porque Tú estás esperando en la noche,
con mil ojos llenos de lágrimas.
Luis Espinal

segunda-feira, 22 de agosto de 2011

¿QUIÉN ERES?

Cualquier día,
en cualquier momento,
a tiempo o a destiempo,
sin previo aviso
lanzas tu pregunta:
Y tú, ¿quién dices que soy yo?

Y yo me quedo a medio camino
entre lo correcto y lo que siento,
porque no me atrevo a correr riesgos
cuando tú me preguntas así.

Nuevamente me equivoco,
Y me impones silencio
Para que escuche tu latir
Y siga tu camino.
Y al poco, vuelves a la carga:
Y tú, ¿quién dices que soy yo?

Enséñame como tú sabes.
Llévame a tu ritmo
por los caminos del Padre
y por esas sendas marginales
que tanto te atraen.

Corrígeme,
cánsame.
Y vuelve a explicarme
tus proyectos y quereres,
y quién eres.

Cuando en tu vida toda
encuentre el sentido
para los trozos de mi vida rota;
cuando en tu sufrimiento y en tu cruz
descubra el valor de todas las cruces;
cuando haga de tu causa mi causa,
cuando ya no busque salvarme
sino perderme en tus quereres...
Entonces, Jesús, vuelve a preguntarme:
Y tú, ¿quién dices que soy yo?
Florentino Ulibarri.

quinta-feira, 18 de agosto de 2011

PABLO, UN CORAZÓN ECUMÉNICO


“Lo que está escrito fue escrito para nuestra instrucción, para nosotros…” (1 Co 10,11; Rm 15,4).

Las cartas de Pablo son nuestras, escritas para nosotros, y para nuestras comunidades.

0. INTRODUCCIÓN: ¡PABLO ES MUCHO PABLO!

El título, además de apasionante, pretende, conlleva y exige un cierto afán de síntesis. Al escoger el título en el contexto del año paulino: Pablo, un corazón ecuménico, me venían en primer lugar mis encuentros con Pablo en contextos muy variados: en Roma, Paulo Afonso (Bahía – Brasil), Santiago de Chile, Madrid, Palencia, Barcelona…, y me decía entre la alegría contemplada y el desafío sentido: “¡Pablo es mucho Pablo!”.

Exige, por nuestra parte, una lectura atenta y en profundidad para descubrir el tesoro teológico-espiritual y misionero. Eso me lo decía mientra me venían a la mente escenas de la carta a los Gálatas, a los Filipenses, capítulo 3, y algunos rasgos sobresalientes de la carta a los Romanos, sin duda los capítulos 9-11, pero mi mirada se fijaba en el amplio horizonte de toda la carta que se me presentaba como diciendo: ¡Ahí queda eso! Lógicamente no me he olvidado de las dos cartas a los Corintios que también nos ofrecen un amplio panorama a tener en cuenta en cuanto a dinámica ecuménica se refiere. Y me decía a mí mismo y me aconsejaba de entrada a no usar ingenua ni alegremente ese título, aunque era muy consciente de ello al elegirlo. Luego, tras una reflexión más pausada, me confirmé y me mantengo en lo dicho: Sí, Pablo tiene un corazón ecuménico por los cuatro costados. Sin más preámbulos, vamos allá. Agarremos ese toro por los cuernos cuidando no arriesgar la vida en la faena. Para ello tendremos que llevar en cuenta algunas cosas previas y obvias, pero necesarias.

1. LA PERSONALIDAD DE PABLO Y LA DE OTROS MISIONEROS

La personalidad de Pablo como la de otras personas y personalidades que entraron en la evangelización de las primeras comunidades ayudaron a encuentros, dieron lugar también a algunos desencuentros (1 Corintios 1-4; Gl 1-2) y a un crecimiento recíproco tanto personal, como comunitario y al conocimiento del misterio salvífico de Dios.

2. PABLO, HOMBRE DE CULTURAS Y TRANSICIONES

Pablo apóstol, el hombre de la transición : Gran parte de los problemas enfrentados por Pablo durante los trece años de vida itinerante fueron problemas relacionados con el proceso de transición en que se encontraba el pueblo de Dios.

3. LA MISIÓN ENTRE JUDÍOS Y GRIEGOS

¿Quiénes formaban el tejido de las comunidades de los Corintios: eran judíos de procedencia o también de las “naciones”, de los “gentiles”? Basta conferir 1 Corintios 10,31-33 para tener una respuesta adecuada de la pluralidad de procedencias en las varias comunidades paulinas. También los diferentes temas, enfoques y argumentos que usa Pablo en sus cartas apuntan a la identidad de sus destinatarios, sean de procedencia judía o de las naciones.

• En la confrontación con sus hermanos, los judíos
“Digo la verdad en Cristo, no miento -y de ello me da testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo-: siento gran tristeza y profundo e incesante dolor en mi corazón. Hasta desearía yo mismo ser anatema, ser separado de Cristo en bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne. Ellos son israelitas; a ellos pertenecen la adopción filial y la gloria y las alianzas y la legislación y el culto y las promesas; a ellos pertenecen los patriarcas, y de ellos procede, según la carne, Cristo; el cual está por encima de todo, Dios bendito para siempre. Amén” (Rm 9,1-5).

• En la confrontación con los paganos
“Por lo cual, yo, Pablo, prisionero por Cristo Jesús para beneficio de vosotros los gentiles... - ya que habéis oído hablar de la misión de la gracia que Dios me ha concedido con respecto a vosotros: cómo por una revelación se me ha dado a conocer el misterio, según os lo expuse arriba en pocas palabras-. Según lo vais leyendo, podéis advertir mi conocimiento del misterio de Cristo; misterio que no fue dado a conocer a los hombres de las generaciones pasadas tal como ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu, a saber, que los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio, del cual yo he sido constituido servidor en virtud del don de la gracia de Dios que me ha sido concedido por la acción de su poder” (Ef 3,1-7).

4. CÓMO VIVIR UNA ESPIRITUALIDAD EN TIEMPOS RECIOS

El manantial de donde Pablo saca luz, fuerzas y ánimo para anunciar el Evangelio de Cristo en radicalidad y fidelidad creativas. Su descubrimiento de Cristo: crucificado-resucitado: 1 Co 1; Flp 2; Rm 8. El amor de Cristo “me cambió la cabeza, el corazón y las entrañas”. “Con Cristo estoy crucificado. Y ya no vivo yo; es Cristo quien vive en mí. Y respecto del vivir ahora en carne, vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí. No anulo la gracia de Dios; pues si por la ley viene la justificación, entonces Cristo murió en vano” (Gl 2,19 -21). Respuesta a ese amor es la apuesta de Pablo: Mi apuesta es total por Cristo y su Evangelio (Flp 3,7): “Para mí vivir es Cristo” (Flp 1,21).

5. LA PALABRA DE DIOS – LA ESCRITURA Y EL ECUMENISMO

a) El pozo escondido que riega el jardín de toda la vida-misión de Pablo, toda su espiritualidad misionera, apostólica, trinitaria, eclesial… es la Palabra de Dios, la Escritura, como dice Pablo. Navegar por el océano paulino descubre los riesgos del etnocentrismo de creernos el centro del mundo, olvidando que tanto la salvación como el Espíritu Santo son gracia, gratuidad, dones recibidos y no posesión segura que podemos blandir cual espada afilada contra los otros.

• En Gálatas, 3, 28-29 podemos evidenciar el carácter universal del Evangelio: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa”.

Pablo estaría siguiendo el mandato expreso de Jesús en Mateo 28,19: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones...”. Pablo es quien proclama primeramente la universalidad o “catolicidad” absoluta de la nueva fe.

• Romanos es considerada la más importante carta escrita por el Apóstol y, de hecho, se considera uno de los documentos más relevantes del cristianismo. En Rm 10,12, vemos algunos principios significativos: Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico con todos los que le invocan.

• En Filipenses 3,20, observamos quizás el ejemplo más patente de la visión cosmopolita y ecuménica del apóstol de Tarso, por el hábil uso de la palabra “ciudadanía” (políteuma), con la cual extrapola una expresión del medio político al ámbito espiritual. El capítulo 3, entero, merece una atención especial desde este punto de vista.

• La carta enviada por Pablo a la comunidad de Colosas a pesar de encontrarse dentro del corpus paulinum, ha ofrecido dudas sobre su autenticidad. En Colosenses 3,11 dice: “Donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y está en todas las cosas”.
Observamos como, al igual que en Gálatas 3, 28-29 y Romanos 10,12, son borradas las diferencias entre judíos y griegos en el nuevo contexto cristiano, ampliándose incluso hasta los escitas y cualquier pueblo considerado bárbaro. Pero lo que llama más la atención a la luz de este estudio, es el énfasis en el carácter universalista del cristiano y de su unificación en Cristo.

b) Pasearnos continuamente como Pablo por toda la Escritura es la mejor fuente de espiritualidad ecuménica que conozco y el manantial más fructífero para una evangelización inculturada que responda a los anhelos, las expectativas y los sueños de hombres y mujeres de todos los tiempos. Dos documentos más de la Pontificia Comisión Bíblica cabe mencionar aquí. La interpretación de la Biblia en la Iglesia , de 1993, y El pueblo judío y sus escrituras sagradas , que podéis encontrar en la siguiente WEB: http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/pcb_documents/rc_con_cfaith_doc_20020212_popolo-ebraico_sp.html.

Es una convicción personal que se ha ido afianzando cada vez con más fuerza desde los estudios realizados en América Latina y sobre todo cuando oí hace años el método que llevaba a cabo una animadora bíblica de Brasil. Decía ella, de nombre Raquel: “Leo constantemente dos libros del Antiguo y uno del Nuevo”. No me parece una fórmula indiferente, al contrario, es una buena fórmula, sobre todo para quien por nuestras latitudes cree – por comodidad, ignorancia o cobardía - poder “dispensar de golpe todo el Antiguo Testamento” quedándose, como dicen, con el Nuevo. Pon en práctica ese criterio de lectura señalado por Raquel y verás lo que eso significa para tu vida y espiritualidad y también para el ecumenismo.

6. UN CORAZÓN ECUMÉNICO
Pablo es un hombre de corazón ecuménico. Pablo es ecuménico de corazón: desde el corazón de la Escritura, desde el corazón del corazón de Cristo Jesús y desde el corazón de la misión sin fronteras entre todos los pueblos. En el camino del ecumenismo un talante, una mirada, una actitud así es de capital importancia:

• Misericordiosa y evangélica, llena de perdón y comprensión que lleva a buscar más lo que une que lo que nos divide (Juan XXIII).

• En camino y cuidar, como dice Pablo, de “no caer”, pues ese “tesoro lo llevamos en vasijas de barro” (2 Co 4,7). Somos “frágiles y débiles” (Don Ricardo Blanco).

• Involucrarnos: Un sentirnos Iglesia-fraterna que conjuga constantemente la primera persona singular, yo, con la primera plural, nosotros, en el perdón misericordioso e infinito del que nos revela el rostro de su Hijo amado (Gl 2,20; Lc 3,20-21).

• Caminar cada día animados por el Espíritu de Jesús que nos lleva a gritar-clamar-susurrar Abba-Padre. Un espíritu de hijos-hijas, no de esclavos, para vivir en el temor, sino en el Amor “¡universal!”, abierto a todos los pueblos y culturas, a lo que el Espíritu dice hoy a las Iglesias (Ap 2,7.11.17.29; 3,6.13.22).

¡DANOS, SEÑOR, UN CORAZON ECUMENICO GRANDE PARA AMAR Y FUERTE PARA LUCHAR!

domingo, 14 de agosto de 2011

JESÚS ES PARA TODOS

Mateo 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: - Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: - Atiéndela, que viene detrás gritando.
Él les contestó: - Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas: - Señor, socórreme.
Él le contestó: - No está bien echar a los perros el pan de los hijos.
Pero ella repuso: - Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.
Jesús le respondió: - Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.
En aquel momento quedó curada su hija.


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La escena es sorprendente. Una mujer pagana sale gritando al encuentro de Jesús. Es una madre de fuerte personalidad que reclama compasión para su hija enferma, pues está segura de que Dios quiere una vida digna para todos sus hijos e hijas, aunque sean paganos, aunque sean mujeres.

Su petición es directa: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija está atormentada por un demonio». Sin embargo, su grito cae en el vacío: Jesús guarda un silencio difícil de explicar. ¿No se conmueve su corazón ante la desgracia de aquella madre sola y desamparada?

La tensión se hace más insoportable cuando Jesús rompe su silencio para negarse rotundamente a escuchar a la mujer. Su negativa es firme y brota de su deseo de ser fiel a la misión recibida de su Padre: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel».

La mujer no se desalienta. Apresura el paso, alcanza al grupo, se postra ante Jesús y, desde el suelo, repite su petición:
«Señor, socórreme». En su grito está resonando el dolor de tantos hombres y mujeres que no pertenecen al grupo de aquel Sanador, y sufren una vida indigna. ¿Han de quedar excluidos de su compasión?

Jesús se reafirma en su negativa: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos». La mujer no se rinde ante la frialdad escalofriante de Jesús. No le discute, acepta su dura imagen, pero extrae una consecuencia que Jesús no ha tenido en cuenta: «Tienes razón, Señor; pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de los amos». En la mesa de Dios hay pan para todos.

Jesús reacciona sorprendido. Escuchando hasta el fondo el deseo de esta pagana, ha comprendido que lo que pide es exactamente lo que quiere Dios: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas». El amor de Dios a los que sufren no conoce fronteras, ni sabe de creyentes o paganos. Atender a esta mujer no le aleja de la voluntad del Padre sino que le descubre su verdadero alcance.

Los cristianos hemos de aprender hoy a convivir con agnósticos, indiferentes o paganos. No son adversarios a apartar de nuestro camino. Si escuchamos su sufrimiento, descubriremos que son seres frágiles y vulnerables que buscan, como nosotros, un poco de luz y de aliento para vivir.

Jesús no es propiedad de los cristianos. Su luz y su fuerza sanadora son para todos. Es un error encerrarnos en nuestros grupos y comunidades, apartando, excluyendo o condenando a quienes no son de los nuestros. Sólo cumplimos la voluntad del Padre cuando vivimos abiertos a todo ser humano que sufre y gime pidiendo compasión.
José Antonio Pagola