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quinta-feira, 22 de setembro de 2011

ENVIAME: LLAMADOS A PROFETIZAR HOY: Isaías 6,1-13.


1El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado en un trono alto y elevado. Las orlas de su vestido llenaban el templo. 2 Por encima de Él había serafines de pie, con seis alas cada uno: con dos se cubrían el rostro, con otras dos se cubrían hasta los pies y con los otras dos volaban. 3 Se gritaban el uno al otro: "¡Santo, Santo, Santo es Yahveh Sebaot; toda la tierra está llena de su gloria!". 4 Los quicios de los umbrales retemblaban al clamor de su voz y el templo se llenó de humo.

El año 740 a. C. es la fecha más probable para esta visión de Isaías que nos narra su vocación, o mejor, su misión, no al comienzo como Jeremías (1,1-19) sino ya avanzado el libro. El relato define también la misión del profeta y levanta la cuestión o problema de la conversión o no conversión de los destinatarios de la palabra profética. La muerte de Ozías coincide con la entronización de su hijo Joatam, de quien se dicen cosas tan negativas en 2 Rs 15 (vv. 32-35) o en 2 Cr 27,1-9, como de su sucesor Acaz (2 Rs 16; 2 Cr 28).

Vi al Señor: Isaías narra la visión de Yahvé sentado en un trono alto y elevado, es decir, con los rasgos de un rey, en posición de su ejercicio de poder. El profeta narra una experiencia trascendental en su vida y en la historia de la profecía. Se destaca la majestuosidad de Dios, sentado en su trono, rodeado de sus ministros y cubriendo el templo con la orla de su manto. La designación de Dios como el Señor es significativa con otras escenas en que Isaías tendrá que hablar a un rey.

Podemos destacar tres partes: 1-5: teofanía; 6-7: consagración, y misión: 8-12 (13).

En los vv. 1-4 aparece otra clave de lectura de la visión y en las expresiones de plenitud: el manto llena el templo, la gloria de Yahvé llena la tierra, el humo llena la casa o el templo. En el centro está la expresión de la plenitud de la gloria, que expresa fama/exaltación, peso/carga/energía y al mismo tiempo esplendor: algo luminoso, sobre todo en las manifestaciones de Dios. Contrasta la plenitud del comienzo con el “vacío” del final.

Serafines: Estos están de pie, por encima del personaje que está sentado, indicando así su posición de servicio.

Santo, Santo, Santo: Aclamación ya utilizada en el culto de Isaías. El triple “santo” no es una invocación a la santidad y virtud de Yahvé, sino a su exclusividad para Israel: es un Dios diferente del de los otros pueblos y reservado/consagrado a su pueblo, un Dios “especial” para Israel (Croatto). Ya desde 1,4 y 5,19 hasta el final (60,9.14) el libro de Isaías usará este título divino como uno de sus ejes de sentido.

La “santidad/exclusividad” de Yahvé conlleva la fidelidad absoluta de Israel para con El. Este es un tema fundamental para Isaías. Aquí se muestra como expresión fundamental de una teología que constituye el núcleo del mensaje de Isaías: cf. 1,4; 5,19.24; 10,20; 12,6; 17,7; 29,19; 30,11.15; 31,1; 37,23, y ordena la actitud que se exige ante Dios, el Santo de Israel (fórmula que reencuentra 11 veces en la primera parte de Isaías y 13 en la segunda, así como en Jr 50,29; 51,5 o en Sl 71,22; 78,41; 89,19).

La teología de la santidad de Dios, que conlleva la del pueblo, reaparecerá con Ezequiel, en Is 40-55 y en ciertas tradiciones sacerdotales conservadas en Jerusalén (cf. sobre todo Lv 17-26). Sobre el Señor todo-poderoso cf. Gn 2,1 y 1 Sm 6,3: 2 Sm 6,18.

El Señor todo-poderoso. El Dios de Israel fue llamado “Dios de los Ejércitos” (cf. Gn 2,1; 2 Sm 6,18; Sl 24,10; 46,8; Is 6,3.5). El término evoca los ejércitos de Israel en orden de batalla; después, como en Dt 4,19, designa las constelaciones o elementos que constituyen el universo organizado.

Gloria: a veces utilizada como doxología en los Salmos (Sl 72,19; cf. 57,6.12; 108,6).

5 Yo dije: "¡Ay de mí! ¡Estoy perdido, pues soy hombre de labios impuros que vivo en un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al rey, a Yahveh Sebaot!". 6 Voló entonces hacia mí uno de los serafines, con una brasa encendida en su mano, que había tomado de encima del altar con unas tenazas; 7 y, tocando mi boca, dijo: "Mira, esto ha tocado tus labios: ha sido quitada tu culpa, está perdonado tu pecado".

Los vv. 5-7, forman la segunda escena, donde se muestra la reacción de Isaías ante la visión, y el rito de purificación y consagración de su boca, que está destinado a hablar. Isaías confiesa que es una persona de labios impuros en medio de un pueblo de labios impuros. Solamente Isaías es purificado, luego será la palabra del profeta que invitará a la conversión al pueblo, para que vuelva al Señor. Tenemos un gran contraste, el profeta de labios impuros dice que ha visto al rey, a Yahveh Sebaot. Lo ha visto y está llamado a vivir, a profetizar, no a morir. Ver al Señor ayuda a vivir de una manera nueva. Un serafín lleva a cabo la purificación de la boca, representando la persona toda del profeta con una brasa: el profeta experimenta una purificación ¡a fuego! Y experimenta que su culpa ha sido quitada y su pecado perdonado, anticipo de lo que el Señor quiere llevar a cabo con su pueblo.

8 Yo oí la voz del Señor, que decía: "¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?". Aquí estoy yo -respondí-, envíame. 9 "Ve -contestó él- y di a este pueblo: "Escuchad atentamente, pero no entendáis; mirad bien, pero no percibáis". 10 Embrutece el corazón de este pueblo, endurece sus oídos, ciega sus oídos, para que sus ojos no vean, ni oigan sus oídos, ni entienda su corazón y no se convierta y se cure".

La tercera escena (vv. 8-10), no es de visión, sino de audición. Escucha la voz del Señor que invita a ir, a ponerse en pie de misión y a ir de parte de Dios. El profeta es el “portavoz” de Dios, lleva siempre su palabra y habla con la misma autoridad de Dios, por eso usa la expresión “oráculo”, o “palabra” del Señor cada vez que se dirige al pueblo.

Aquí estoy:envíame!. Profundización a partir del eco de otros relatos de vocación-misión:

a) En contraste con Moisés (Ex 3-4), Isaías responde inmediatamente, Moisés dudando, presentando mil y una excusas para no aceptar la misión. Jeremías, 1,4-19, también indica su falta de idoneidad: no sabe hablar, indicando la cualidad principal para poder llevar a cabo la misión. Jacob (Gn 32,23-33) muestra toda una noche de lucha hasta rayar el alba. Cada persona responde desde lo más íntimo de su personalidad.

b) Encontramos, por otro lado, en la respuesta de Isaías a la misión ecos de la disponibilidad de Samuel (1 Sm 3,1-21); de la obediencia y prontitud de hacer la voluntad del orante del Salmo 40,7-11 que luego la Carta a los Hebreos aplicará a la obediencia total y radical de Jesús a la voluntad del Padre (Hb 10,5-7); eco también de la “servicialidad incondicional” de María a cumplir la Palabra del Señor (Lc 1,38); ecos de la generosidad de Pedro y de los otros discípulos: “nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido”; ecos finalmente de la respuesta de los primeros discípulos que encontramos en los Evangelios como modelo de respuesta ante la llamada-misión de todo cristiano: Mc 1,16-20; Mt 4,18-22; Lc 5,1-11; 5,27-32. cf Lc 9,57-62.

Di a este pueblo: Diferente de la expresión "mi" pueblo en los labios de Yahvé (3,12-15). Aquí se le llama dí a "este" pueblo, como indicando distancia y que Dios no quiere nada con él. Posiblemente haga referencia a algunas personas con responsabilidad, los dirigentes, especialmente los de Jerusalén.

El profeta anuncia el mensaje a este pueblo pero la respuesta de los destinatarios es negativa, expresada en la fórmula: “escucharéis pero no entenderéis, veréis pero no comprenderéis”. No se trata de que Isaías repita esa fórmula sino que expresa cuál es la respuesta de sus destinatarios. Y la incapacidad de “entender-comprender” es la actitud básica criticada por este mensaje. Es decir, tanto Isaías, como Ezequiel (“no te escucharán porque no me quieren escuchar”: Ez 3,4-9). La mala voluntad para escuchar Yahvé es denunciada por el mismo Isaías en 28,12 y 30,9.15.

Embota el corazón de este pueblo: El segundo encargo de Yahvé es embotar el corazón de “este” pueblo que se ha vuelto impenetrable, duro de oídos y de ojos tapados. Tenemos una expresión artísticamente diseñada: “corazón-oídos-ojos / / ojos-oídos-corazón” para concentrar los tres órganos de la conciencia. El corazón es el órgano de la comprensión, tanto entre los semitas como en casi todas las culturas fuera del horizonte de la cultura de influencia griega. La expresión “duro de corazón” no indica sentimientos negativos, como par nosotros, sino resistencia para entender al otro. Por eso el corazón está relacionado con los ojos y los oídos, especialmente en la perspectiva bíblica en que tanta importancia tiene el “ver” a Dios en los actos humanos (Ex 14,31) y el “escuchar” su palabra. Ezequiel experimentará lo que es el “corazón empedernido” de Judá (Ez 3,7).

No se conviertan y se curen: La meta de la palabra profética es la conversión y la cura de los pecadores. Dios “cura” (cf. Is 19,22; 30,26; 57,18-19), pero para que eso se lleve a cabo se requiere disponibilidad por parte del pueblo: Yahvé no puede curar a quien se resiste a convertirse, quien se endurece ante la palabra del profeta o de cualquier enviado de Dios. Este fue el caso del faraón de Egipto que “endurecía” su corazón ante el mensaje de Yahvé (Ex 8,11.28; 9,7.34) o la experiencia de Amós con los dirigentes de Israel (Am 4,6-12): “pero no volvisteis a mí”, estribillo repetido ¡cinco veces! Tan fuerte es tal resistencia que es como si Dios mismo quisiese “endurecer” el corazón (Ex 10,1) y no quisiera saber nada de curar (Is 6,10).

La dureza del corazón del pueblo lleva a los profetas a no desanimar ante la primera negativa, pues la denuncia profética muestra que el pueblo no solamente no ha entendido, sino que no ha querido entender, que se ha cerrado, que se ha opuesto y que por lo tanto es culpable de sus actitudes denunciadas una y diez veces por los profetas, como es el caso de Jeremías (1,17-19) o de Amós (7,10-17).

Este texto de Is 6,9-10 ha sido usado por los tres evangelios sinópticos para profundizar la palabra de la semilla (Mc 4,12; Mt13,14-15; Lc 8,10 que no prosigue como Marcos la dura cita de Is 6,10, sino que lo hará explícita y completamente en Hch 28,26-27, cuando el rechazo de la gran mayoría de Israel estuviera consumada), y en Juan (12,40). De forma explícita en los dos últimos casos, sobreentendida en los tres primeros, la palabra de Is 6,9-10 es actualizada en el contexto de la experiencia de la misión de la Iglesia primitiva. El rechazo por parte de los judíos al mensaje de Jesús y de sus apóstoles es equivalente al sufrido por los profetas. La contra-respuesta de estos era el anuncio de juicio y castigo, la de los apóstoles fue dirigirse a los gentiles (Hch 28,28: “sabed que esta salvación de Dios ha sido comunicada a los gentiles y estos sí que escucharán”).

11 "¿Hasta cuándo, Señor?" -pregunté-. Y él me respondió: "Hasta que queden las ciudades asoladas y sin habitantes, las casas sin hombres, el campo desolado como un desierto. 12 Yahveh alejará a los hombres y será grande la desolación en el país. 13 Y si aún queda en él una décima parte, volverá a ser consumida. Como el terebinto y la encina, que, talados, conservan un tocón: semilla santa será su tocón".

El profeta pregunta “hasta cuándo”. El profeta no debe contentarse con hablar y luego largarse. La pregunta del v. 11 y la respuesta de Yahvé indican que se debe anunciar el mensaje divino hasta la consumación del castigo.

Se habla de la desolación del país, no de Jerusalén. La referencia parece ser a la invasión de Senaquerib (701) que asoló cuarenta y seis ciudades de Judá y deportó mucha gente. La destrucción no es total. Queda un tocón, una semilla santa, de la cual rebrota la vida y la esperanza.Y la esperanza es la última en morir o no muere nunca.

BIBLIOGRAFÍA:

ALONSO SCHOEKEL L. – SICRE J. L., Profetas. I. Isaías- Jeremías, Madrid, Cristiandad 1980, pp. 139-142.

ABREGO DE LACY J. M., Los libros proféticos, IEB 4, Estella, Verbo divino 2001, pp.117-118.

CROATTO Severino, Isaías. Vol. I: 1,39. O profeta da justiça e da fidelidade, São Paulo - Petrópolis, Metodista-Sinodal-Vozes 1989, pp.57-62.

JUNCO GARZA Carlos, Palabra sin fronteras. Los profetas de Israel, México, San Pablo 32007.

sábado, 3 de setembro de 2011

APARECIDA Y LA ANIMACIÓN BÍBLICA DE LA PASTORAL

247. Encontramos a Jesús en la Sagrada Escritura, leída en la Iglesia. La Sagrada Escritura, “Palabra de Dios escrita por inspiración del Espíritu Santo”, es, con la Tradición, fuente de vida para la Iglesia y alma de su acción evangelizadora. Desconocer la Escritura es desconocer a Jesucristo y renunciar a anunciarlo. De aquí la invitación de Benedicto XVI:

Al iniciar la nueva etapa que la Iglesia misionera de América Latina y El Caribe se dispone a emprender, a partir de esta V Conferencia General en Aparecida, es condición indispensable el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios
.
Por esto, hay que educar al pueblo en la lectura y la meditación de la Palabra:
que ella se convierta en su alimento para que, por propia experiencia, vea que las palabras de Jesús son espíritu y vida (cf. Jn 6,63). De lo contrario, ¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo? Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la
Palabra de Dios.

248. Se hace, pues, necesario proponer a los fieles la Palabra de Dios como don del Padre para el encuentro con Jesucristo vivo, camino de “auténtica conversión y de renovada comunión y solidaridad” . Esta propuesta será mediación de encuentro con el Señor si se presenta la Palabra revelada, contenida en la Escritura, como fuente de evangelización. Los discípulos de Jesús anhelan nutrirse con el Pan de la Palabra: quieren acceder a la interpretación adecuada de los textos bíblicos, a emplearlos como mediación de diálogo con Jesucristo, y a que sean alma de la propia evangelización y del anuncio de Jesús a todos. Por esto, la importancia de una “pastoral bíblica”, entendida como animación bíblica de la pastoral, que sea escuela de interpretación o conocimiento de la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de evangelización inculturada o de proclamación de la Palabra. Esto exige, por parte de obispos, presbíteros, diáconos y ministros laicos de la Palabra, un acercamiento a la Sagrada Escritura que no sea sólo intelectual e instrumental, sino con un corazón “hambriento de oír la Palabra del Señor” (Am 8, 11).

249. Entre las muchas formas de acercarse a la Sagrada Escritura, hay una privilegiada a la que todos estamos invitados: la Lectio divina o ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura. Esta lectura orante, bien practicada, conduce al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimiento del misterio de Jesús-Mesías, a la comunión con Jesús-Hijo de Dios, y al testimonio de Jesús-Señor del universo.

Con sus cuatro momentos (lectura, meditación, oración, contemplación), la lectura orante favorece el encuentro personal con Jesucristo al modo de tantos personajes del evangelio: Nicodemo y su ansia de vida eterna (cf. Jn 3, 1-21), la Samaritana y su anhelo de culto verdadero (cf. Jn 4, 1-42), el ciego de nacimiento y su deseo de luz interior (cf. Jn 9), Zaqueo y sus ganas de ser diferente (cf. Lc 19, 1-10)... Todos ellos, gracias a este encuentro, fueron iluminados y recreados porque se abrieron a la experiencia de la misericordia del Padre que se ofrece por su Palabra de verdad y vida. No abrieron su corazón a algo del Mesías, sino al mismo Mesías, camino de crecimiento en “la madurez conforme a su plenitud” (Ef 4, 13), proceso de discipulado, de comunión
con los hermanos y de compromiso con la sociedad.

quinta-feira, 1 de setembro de 2011

El DON DE LA LIBERTAD

Dios puso en tu corazón
una antorcha
encendida de belleza y sabiduría;
tristeza es
apagar esta antorcha y apagarla
en las cenizas.

Dios te dio un espíritu
con alas
para volar por el espacio
del amor y de la libertad.


¿No es locura
podar las alas con las propias manos
y tolerar
que el alma se arrastre por tierra
como un gusano?

Kahlil Gibran